Por: Sandra Patricia Rebellón Ruiz
Intervención en la Noche de Biblioteca: Proyección del documental La primera sesión (Gerard Miller)
Junio 21 de 2023
Para ponernos en conversación esta noche, retomo una de las preguntas lanzadas para la invitación a compartir este documental que lleva por nombre La primera sesión
¿Los psicoanalistas, qué hacen, qué dicen, qué quieren de sus analizantes?
Tanto analizantes como analistas abren la partida desde un lugar que a mi modo es muy interesante de nombrar: un no saber. El cual indudablemente no hace referencia a una ausencia. Por el contrario un no saber que entra a jugar en la partida desde múltiples posiciones, sea analizante o analista.
Algunas expresiones del lado de los analizantes que compartieron su experiencia:
“Me encontré frente a alguien…¿Cómo decirlo? Porque hay la transferencia se efectivizó entonces no hablo como hablaba en el comienzo”
“Cuando se va al psicoanalista hay muchos imaginarios, razonamientos pero en el encuentro pasa algo inesperado, que queda por fuera del razonamiento, ya no se está en una relación razonable”.
Es interesante escuchar estos esfuerzos en capturar algo de lo que en un encuentro con un analista sucede, ese algo que no alcanza a ser bordeado con palabras pero que se siente, tiene un efecto, afecta un cuerpo, y lo afecta tal vez para no ser más el mismo, en la vía de posibilitar que un interés por saber un poco más de lo que allí acontece para el sujeto, dar un paso hacia esa otra escena, la del inconciente.
En la Ap/bertura #2 de la XI Enapol en el texto Entre empezar, entrar, comenzar y fuera de sentido…” las escritoras nos comparten el decir del penultimo testimonio de Alejandro Reinoso, “El encuentro con el psicoanálisis abrió otra partida”[3], una partida que le permitió a este sujeto iniciar una partida con su inconciente, “con eso que en él hablaba.”
Pero no es una partida cualquiera, por el contrario es una partida que da en una experiencia por fuera del sentido, encontrarse con el efecto de sorpresa cuando se fuga el sentido, nos advierten Edna Gomez y Giselle Cardozo. Y de este encuentro hay efectos en el cuerpo, “lo imaginario se conmueve, el espacio y el tiempo también se alteran. El cuerpo en el que resuena la pulsión, el cuerpo gozante, es alcanzado, tocado especialmente por algunas palabras y silencios; se encamina el cuerpo hablante a una forma inédita de goce, es ese cuerpo que se inaugura en un análisis y en ningún otro lugar del mundo. El fuera de sentido abre una fuente de posibilidades significantes más allá de lo racional, de lo intelectual, de modo que la entrada a la posición analizante pone en acto una relación con lo fallido de la cadena significante, por donde se colarán palabras fuera de contexto, fuera de sintaxis, fuera de cálculo que estarán anunciando y enunciando otros registros del propio hablante, su forma en que ex-siste y la manera en que el cuerpo ha sido su partenaire. Lo real es convocado por un analista y es el analizante quien da acuse de recibo.”[1]
Un encuentro que se vuelve acontecimiento, como lo menciona Francoise Leguil, acontecimiento en la medida en que el sujeto queda enganchando no a la persona del analista sino a su propio decir, la palabra como acontecimiento para sí, como lo que acontece en la palabra que está por decir-se.
Y del lado del analista, ¿qué hay? ¿Qué quiere un analista de un analizante? En palabras de Guy Trobas: “En la primera entrevista no tengo idea de lo que podrá suceder, no sé de antemano si voy a hacer muchas preguntas, si voy a estar en silencio, si voy a plantear preguntas…” Un no saber que no es ausencia, podría pensarse que se trata de un vacío, un vacío activo que le permite a ese sujeto sufriente escuchar de forma invertida su propio mensaje…captar “la frase que queda suspendida con tus propias palabras” como lo menciona uno de los testimonios de un analizante. Pasar del dicho al decir, del enunciado a la enunciación, implicarse en lo que dice o lo que ese cuerpo hablante dice.
Recojo en todas estas experiencias, la realización del inconciente, en tanto requiere de una operación para su surgimiento. Si hay inconciente es porque hay analista para leerlo y producirlo. Lacan introduce el deseo de Freud, como aquello que produjo el inconciente. “Freud desde su deseo de la cura por la palabra y convencido de que en la cura por la palabra se llegaría a aquello que determina el síntoma, hace nacer el inconciente. El inconciente estaba o no estaba, pero no estaba realizado. Es el deseo del analista, en este caso, el deseo de Freud, que fue quien lo inventó.” [2] Lacan hizo del deseo del analista una función, más allá que el sentimiento que un paciente pueda causar en él, fue su forma de responder a la idea de contratransfernecia, ubicó en esa función del deseo del analista una X, en tanto lo que permite ese deseo como semblante de objeto causa de deseo. Emplea la metáfora del bridge para hablar del lugar del analista, quien como muerto es que participa, pero en tanto sus sentimientos y como persona se ubican
[1] Fuente Internet: https://enapol.com/xi/portfolio-items/ap-bertura-2/
Enapol XI. Ap/bertura #2. Texto de Edna Elena Gómez Murillo y Giselle Cardozo Stabile
[2] Esqué, Xavier. Conferencia ¿Cómo orientarse en la clínica? Segundo ciclo de conferencias de la sección clínica de Barcelona del 14 de enero del 2021. Referencia internet: https://www.scb-icf.net/nodus/contingut/arxiupdf.php?idarticle=756&rev=81