Comentario: Documental la primera sesión de Gerard Miller

Por: Elvia Cuaspa Zamudio

Intervención en la Noche de Biblioteca: Proyección del documental La primera sesión (Gerard Miller)

Junio 21 de 2023

Este hermoso y bien logrado documental de Gerard Miller, Paris 2009,  muestra los efectos psicoanalíticos que  desde una primera sesión en la mayoría de los casos, se producen en los analizantes entrevistados. Esto confirma cómo las enseñanzas de  Freud y Lacan han trascendido en el tiempo, puesto que estos  hechos bien registrados por el lenguaje cinematográfico dejan ver, a  4 analista bien posicionados en el discurso y a16 analizantes que como lo expresa su director, antes de franquear el umbral de la primera sesión, dan cuenta de un cúmulo de temores, miedos, angustias y conflictos, reflejo de un imaginario tanto individual como colectivo que servía de obstáculo para acceder al encuentro memorable con la otra escena, la del inconsciente.

 Cabe resaltar entonces, que cada uno de los analizantes expresan de manera muy acertada la forma como tomaron la decisión de acudir al analista, algunos después de dar muchos rodeos y de confrontar sus propios temores en relación a un devenir incierto. Muchos de ellos expresan ese miedo a que se conmoviera su visión permanente y se transformará su manera de ver las cosas, otros resaltan su profunda comodidad y su  bienestar singular hasta antes de la vacilación del fantasma producida ya sea por una separación, muerte, contingencia, duelo etc.,  que les perturbó la vida y a su vez les permitió: “pasar del otro lado del espejo”.

Otros aspectos importantes que hacen resonancias en este documental son: en primer lugar la  manera como se instala o no  la transferencia desde la primera sesión, que ellos llaman quedar enganchados, y que el psicoanalista Françoise Leguil llama acontecimiento, aclararando que no es en relación a la persona del analista, sino que se trata de un enganche con  lo que se dice y con  lo que va a poder decir posteriormente.  A continuación la  investidura o presencia del analista que incluye al inconsciente mismo es otro aspecto a resaltar; al respecto la psicoanalista Christiane Alberti nos indica que es una presencia muy particular que implica haber atravesado el proceso del propio  análisis para poder como ella lo expresa: acoger sin juzgar y sin conmoverse, una presencia en la cual el analista no se identifica con el paciente para permitirle situarse mejor respecto de sus dichos. Pero que también es una presencia que produce efectos en el cuerpo, como por ejemplo, en el caso de la comunicadora Rachel Baloste quien en su primera sesión quedo totalmente afónica y que según ella misma lo dice: era el único día en que le demandaban que se expresara realmente. 

De otra parte  Luis Solano nos presenta  el silencio del analista que no es sin palaras, que está habitado por el cuerpo, los gestos, la mirada, que también produce efectos y que  ofrece un lugar de inscripción para el sujeto que habla. Además hace presencia el psicoanalista Guy Trobas, quien comenta que en la primera sesión  le interesa fundamentalmente analizar cómo los pacientes formulan las primeras demandas y, que él se presenta desde un  lugar vacío, es decir sin tener ningún protocolo de preguntas ni incisivas o evasivas, sin anticiparse a ningún estándar.

 A manera de conclusión cabe rescatar entonces que  en este documental aparece  la presencia del analista, develada en cada uno de los psicoanalistas entrevistados y bien posesionados en su discurso, haciendo semblante de objeto causa, con esa  manera tan particular y neutral de acoger los primeros significantes, dichos, angustias e  interrogantes que llevaban los pacientes a la primera sesión. Así como también la singularidad de los sujetos entrevistados dando pruebas para convertirse en verdaderos analizantes, argumentando que como saldo de esa  esa  primera sesión,  les quedo el saber  hacer, con sus singularidades y que eso les posibilito, acceder a iniciar y continuar el tratamiento de sus síntomas hasta lograr vencer sus inhibiciones, superar depresiones, trabajar en sus propias invenciones, poner en acto lo que siempre deseaban y aplazaban indefinidamente hasta transformar ese dolor de existir o mortificación, en un sentimiento vivificante de la vida.