Las otras escenas en el psicoanálisis. Resonancias alrededor del documental “La primera sesión” de G. Miller

Por: Keybin Daniel Cortés Zambrano

Intervención en la Noche de Biblioteca: Proyección del documental La primera sesión (Gerard Miller)

Junio 21 de 2023

Primero quisiera agradecer al directorio y a la comisión de biblioteca por la invitación. Considero muy valioso que en este tipo de espacios la escuela posibilite el encuentro entre miembros, asociados de la escuela, y los interesados en el psicoanálisis quienes somos nombrados como amigos, este significante toma una importancia para mis resonancias.

Como bien pudimos apreciar este documental se centra en los inicios de los análisis, esos momentos que Lacan consideraba como preliminares, las primeras sesiones y sus efectos en los analizantes y las posiciones de los analistas, así en plural, dada su diversidad. De lo observado, resonó en mí un recurso que atraviesa y permite metaforizar la entrada/llegada a análisis a nuestras vidas, en la cual Lacan y Freud estaban de acuerdo, y es la de la vida como un teatro, uno donde a partir de una ficción, la de cada uno, la que alberga nuestros ideales, creencias, pasiones, nos relacionamos con otros personajes. Pero, tal y como fue mencionado, en algún momento esa ficción puede vacilar, tambalear, flaquear, y es allí donde siguiendo el relato de G. Miller “las historias que uno se cuenta habitualmente sobre uno mismo ya no alcanzan” ya que existen desgracias que nos alejan de nuestras construcciones imaginarias/ficcionales y nos enfrentan con la angustia, el dolor, la pérdida. O también, puede estar presente en nuestras vidas algo que nos haga sentir divididos, interrogados, o algo que insiste, itera sin sentido aparente, estos son posibles acontecimientos que desembocan al cruce a esa “otra escena”, ya que como bien lo decía uno de los analizantes entrevistados, no solo basta con un interés intelectual por el psicoanálisis, para empezarlo, algo debe irrumpir, acontecer, y así suele darse el empuje al encuentro con un analista.

Pasaje a esas otras escenas

Ahora bien, otra idea que me resonó del documental es que no solo basta contactar a un analista para comenzar un análisis, algo debe ocurrir para cruzar, para “franquear el umbral” de la primera sesión, y de eso ya nos advertía Freud en “Sobre los inicios del tratamiento” en donde comparaba el psicoanálisis con el juego del ajedrez, donde se pueden dar cuenta de las jugadas de apertura y de cierre. En cuanto a las jugadas de apertura, se pudo observar una diversidad en las respuestas de los analistas, como preguntas incisivas, silencios nombrados como habitados, donde el cuerpo estaba en juego y presente en la escena, que buscaba permitir una inscripción del sujeto, o incluso el no saber de entrada desde donde ubicarse, salvo provocar la acogida del consultante con una frase, o permitir el enganche de la persona con lo que dice, escuchando esas nombradas por Freud “intimidades” que traen los consultantes, sin juzgar, sin tomar posición, sin conmoverse, en clave de la “neutralidad benevolente Freudiana”. Estas son algunas de las jugadas de inicio, que buscan promover el cruce del umbral, para posibilitar el pasaje a la “otra escena” y la instalación de la transferencia.

Del lado de los analizantes lo variopinto de sus profesiones me fue sumamente llamativo, nombraré algunas, director de cine, actor, diseñador, director de colegio, especialista en marketing, contadora, responsable de producción, cantante, humorista, educadores, escritora, comunicadores.  En sus relatos se pudo también vislumbrar las lógicas de la transferencia antes y después de la primera sesión, a lo que tal vez podría llamar transferencia preanalítica y analítica propiamente dicha. En cuanto a la preanalítica, encontramos en sus discursos las concepciones, ideas, imaginarios que tenían del psicoanálisis donde destaco algunos de sus miedos como quedar alienados al analista, cambiar radicalmente la forma de ver el mundo, terminar perdiendo la creatividad, entre otras posibilidades. Además, de la persona del analista se rescatan aspectos imaginarios de estos como estrafalarios y silenciosos.

Continuando, algo que también cautivó mi interés fueron las diferentes formas de experimentar la primera sesión del lado de los analizantes y sus efectos, lo que considero permite identificar algunas formas de instalación de la transferencia, desde la primera sesión. De esto, menciono algunos elementos que los entrevistados destacaban, así como el “ser autorizada a no estar bien, aun teniendo todo para estarlo” también “el tono, la pregunta, la frase suspendida con tus propias palabras, ese cambio de entonación que permite una exterioridad en relación a eso”, además, usar la ironía como cuando se pregunta a una persona que se presenta nombrando también a sus hijas  “qué puedo hacer por ustedes tres”, generando algunos efectos como el interés de continuar con los procesos, hasta algunos otros efectos con tintes de convicción, o hasta tal vez certeza como cuando una analizante menciona “supe que sería la única vez en mi vida y que sería con él, no cambie nunca más de opinión, siempre sostuve esa posición cueste lo que cueste”.

Ya finalizando, en cuanto a otras resonancias, esta invitación a compartir este comentario del documental, me permite pensar en el pasaje que posibilita la transferencia con el psicoanálisis a otras escenas. Ya que, en mi caso, y me atrevo a decir que también de quienes estamos presentes, el psicoanálisis deja abierta una invitación a compartir otras escenas distintas a la de “ese detrás de bambalinas” del análisis, como lo es el caso de la escuela, que hoy nos acoge en este recinto.  Y menciono pasaje, ya que por lo menos para mí, compartir mis impresiones, mis resonancias, implica un pasaje de un yo-solo, al con-otros, a quienes dirijo este escrito. Un con-otros donde no está en juego una demostración o comprobación de saber cómo el caso de un discurso universitario, si no por el contrario es un encuentro, que, aunque Lacan concebía que los analistas son los doctos, pues son los sabios de un saber que no pueden discutir entre sí (Miller: El banquete de los analistas), aquí estamos generando vínculos libidinales, e incluso amistades, por esto en común que compartimos, el psicoanálisis.