La transferencia y el lugar del analista: ¿Una cuestión de Técnica o de Ética?

Por: Sandra Patricia Rebellón

Intervención en el CEP 2023  ¿Cómo opera el psicoanálisis, hoy?

Abril 13 de 2023

La transferencia es el pasajero desconocido del psicoanálisis mismo, y el destino del psicoanálisis es el destino de este pasajero desconocido en cada tratamiento psicoanalítico que conducimos”.[1]

Miquel Bassols. En Paradojas de la Transferencia.

Para pensar la transferencia he tomado la vertiente alrededor del lugar del analista. En el seminario XI de Lacan, Los cuatro conceptos Fundamentales del psicoanálisis, al trabajar el concepto de inconciente, menciona que la figura del analista hace parte de dicho concepto, lo propio a la relación analítica es el inconciente, lo hay porque hay analista, surge gracias al analista, lo lee, lo sanciona, “La propia presencia del analista es una manifestación del inconciente, incluso cuando se manifiesta como rechazo del inconciente[2]. Entonces, en esa medida el inconciente es propio a la situación analítica, no existe por fuera de esta.

Para Lacan el Inconciente es algo de lo no realizado y requiere de una operación para su surgimiento. “Lacan ubica el deseo de Freud. Freud desde su deseo de la cura por la palabra y convencido de que en la cura por la palabra se llegaría a aquello que determina el síntoma, hace nacer el inconciente. El inconciente estaba o no estaba, pero no estaba realizado. Es el deseo del analista, en este caso, el deseo de Freud, que fue quien lo inventó.[3] Entonces encontramos un término que se agrega al surgimiento del Inconciente, no basta con la presencia del analista, se hace necesario que se sume el deseo del analista, la presencia se ofrece entonces como soporte al deseo del analista. Este es un concepto en el que no me detengo mucho ya que será parte de una de las clases que se tienen previstas más a delante.

Me interesa seguir la huella en relación a la transferencia en la situación analítica.

Miller en su texto Clínica bajo transferencia nos recuerda que “Al comienzo del psicoanálisis – dice Lacan – está la transferencia, no la demanda de análisis”[4]. En este sentido la sanción que hace un analista sobre la entrada en análisis habrá de ubicarse más allá de la demanda, “… Si se califica como ‘acto analítico’ el acto del analista que autoriza la experiencia y no así la del analizante que se compromete en ella, es porque la demanda de análisis, por poca que sea la información que se tiene acerca de la práctica analítica –me refiero a saber, por ejemplo, que el análisis no es equivalente a una experiencia de relajación– debe considerarse como la consecuencia de una transferencia ya establecida con anterioridad.”[5] Acto analítico y transferencia comportan una vecindad, no hay acto analítico sin transferencia así como no hay acto analítico sin el deseo del analista.  Lo que sucede en un análisis, no es del orden del encuentro de dos sujetos, la relación analítica es asimétrica, no se sostiene en un encuentro intersubjetivo como sí sucede en las psicoterapias y en las cuales se hace un uso de la transferencia por la vía de la sugestión, el dominio, y el saber que circula está más en relación a nivel de lo imaginario, lo que no permite una apertura al inconciente y a un saber supuesto, porque sin suposición de saber y sin sujeto supuesto no hay acceso al inconciente ¿Qué quiere decir esto?

Miquel Bassols en su testo Paradojas de la transferencia: “en un sentido estructural: la transferencia está al principio de cada psicoanálisis; cada sujeto llega, de cierto modo, con el psicoanalista en su auto, incluso si él no lo sabe. Lacan dice en alguna parte que el asunto es saber dónde estaba ya el analista en la imagen que el sujeto trae consigo al primer encuentro con el analista”.[6]

Esta es la viñeta:

Él no sabía nada de mí, excepto mi nombre. En su sueño, me lleva en su automóvil. Voy en el asiento trasero. Él no puede ver mi cara, una cara que no conoce y que trata de descubrir en el espejo retrovisor. Hay un momento de angustia en el sueño cuando se da cuenta de que el otro puede verlo, pero que él no puede ver al otro. ¿Qué soy en el deseo del Otro? – esta es la pregunta que se convierte en una cuestión central tanto en su vida como en su análisis, como lo es, por otra parte, en todos los casos. Él sabe dónde va, al consultorio del analista, pero no sabe de dónde viene. En el preciso momento en que me está diciendo esto, en nuestra primera cita y antes de cualquier intervención de mi parte, se da cuenta de lo siguiente: el problema que le ha traído al analista es un conflicto con su padre, un padre que era… taxista. En ese punto, acuerdo con una intervención breve y enfática: – “¡Aja!” – ‘Sabe, – agrega, citando a su padre – nunca se puede saber quién se está conduciendo en el auto’. Y tiene razón, sobre todo cuando la persona que está llevando en el coche es la persona a quien le dirá las cosas más secretas de su vida, la persona a la que normalmente tiene en el asiento trasero cuando se recuesta en el diván.[7]

¿Dónde aparece el analista? Bassols refiere tres formas en que el analista aparece: a) El analista que el sujeto lleva en su auto, la persona que no puede ver, el analista que aparece en el sueño, b) El analista a quien va a ver y de quien sólo sabe el nombre y c) El analista como la persona real a quien le está diciendo todo esto en la primera entrevista ¿Cuál de estas tres versiones del analista podría acercarse a un analista real, en el sentido Lacaniano? Bassols dirá: “ninguna de ellas tomada de a una, sino todas ellas tomadas como el nudo que forman en el acto de habla de la primera entrevista. Si la presencia real del analista está garantizada por la persona que ha escuchado al sujeto en esa primera entrevista, si el analista real es soportado por la persona que ha recibido el mensaje inconsciente del sujeto y ha confirmado la verdad de ese mensaje – el mensaje que vincula el sueño con la cuestión por el deseo paterno – si esta presencia real puede ser garantizada por alguien, es porque previamente hubo una persona en el asiento trasero del auto y porque ese auto va a alguna parte, aunque ni el conductor ni el pasajero, por el momento, sepan a donde”.

La figura del Sujeto Supuesto saber es introducida por Lacan en el Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, esta formulación fue el esfuerzo de Lacan para deslindar, llevar más allá la relación transferencial del registro imaginario, es decir, poder ir más allá del desplazamiento sobre la figura del analista de los sentimientos y afectos del analizante, asi como considerarla solo un hecho de repetición en tanto se ubica al analista en una serie de objetos. En esta figura del Sujeto Supuesto Saber se articulan tres términos: El Sujeto, el Saber y la Suposición. El saber supuesto podríamos pensarlo del lado del saber del inconciente y por otro lado suponerle un sujeto a ese saber. El Sujeto Supuesto Saber es una significación del saber. Silvia Elena Tendlarz en su Texto Sujeto Supuesto Saber menciona que el saber queda situado en el “entre” del analista y el analizante “… en la medida en que el saber inconciente del sujeto se despliega bajo transferencia[8]

Miquel Bassols en su conferencia Paradojas de la transferencia, menciona que el analizante le supone un sujeto al saber inconciente. “La transferencia es transferencia con su inconsciente, la transferencia es suponer un sujeto a su inconsciente, suponer que usted está implicado como sujeto con su inconsciente y con su síntoma. La lógica de la transferencia como Sujeto Supuesto Saber no es, por lo tanto, sólo o básicamente suponer un conocimiento al Otro sino, en primer lugar, suponer un sujeto al saber de su inconsciente.”[9]

La figura de Sujeto Supuesto Saber se apoya en la presencia del analista, el analista encarna este lugar, se presta a esta suposición de saber y no se aprovecha de este lugar para dirigir al sujeto, en esto Lacan fue contundente en Dirección de la Cura y los principios de su poder: se dirigen las curas no la vida de los sujetos.

Deslindar la transferencia de sólo ser tomada en su vertiente imaginaria o simbólica, es el esfuerzo de Lacan para articularla a algo del orden del registro de lo real, es decir, engancharla con el aspecto pulsional. La transferencia no se interpreta, sí se hace uso de ella, se maniobra y el analista guarda el saber que adquiere de la transferencia.

Pensar la posición y el deseo del analista como elementos que permiten operar con la transferencia, me llevó al primer testimonio, La voz opaca, de María Cristina Giraldo, y particularmente en el recorte alrededor de lo que María Cristina nombró como su trabajo de atravesamiento del trauma que fue el estrago en su vida.

Paso a leer el recorte:

Cree condiciones para viajar a Buenos Aires, estaba a la mitad de mi análisis y presentaría un trabajo en un Congreso de la AMP. Por más que le escribí a mi analista para consultar su disponibilidad de tiempo y definir mis vuelos, no obtuve de ella respuesta alguna. Solo logré contactarla muy cerca del viaje. Me dijo que no podría atenderme en esas fechas, porque no estaría en la ciudad, así que tuve que reprogramar mis vuelos, lo que me implicó pagar una alta penalidad a la aerolínea. Ya en sesión, puse mis cartas sobre la mesa. Desde la primera entrevista le había puesto como condición la garantía de no estragarme. Esa promesa se había roto y le anuncié mi decisión de retirarme del análisis. No se lo iba permitir a ella, ni me iba a permitir a mí misma estragar lo que llevaba de mi análisis; iba a rescatar eso, así tuviera que irme. Estaría un tiempo corto para ver si se decantaba algo. Mi analista esta advertida de mi profundo desencanto transferencial y de mi decisión sobre el analista al que buscaría para empezar entrevistas.[10]

¿Qué enseña la posición de la analista? Primero que todo: la transferencia no se interpreta. En ningún momento la analista como lo menciona María Cristina salió a clarificar nada, no era cuestión de tomar el saber allí producido desde la vertiente imaginaria: aclararle a la analizante lo que había ocurrido, ni alentó, ni desalentó ninguna decisión, aguardó, a partir de su silencio produjo un vacío que permitió hacer resonar algo del eco de la pulsión en el cuerpo. Encarnar con su presencia el deseo del analista me parece que le permitió alojar el enojo, vertiente imaginaria, la decisión de buscar entrevista con otro analista, el despliegue de la cadena significante, la vertiente simbólica podríamos mencionar, para terminar alojando lo real de la transferencia. El analista alojando el objeto a.

Aquí quiero introducir algo que se trabajó la noche de ayer en el Seminario Epistémico: Delirio – sueño – locura, la posición del analista es un saber que se va puliendo a partir de la experiencia del propio análisis, no se transmite un saber maniobrar con la transferencia al modo de una técnica, es un saber de otro orden que precisamente comporta la experiencia intima al propio inconciente y que se logra a partir de un análisis y de la producción de un analista al ser llevado hasta el final en una cura analítica. El fin de análisis no marchita el saber, no lo liquida, transforma el amor al saber, ese amor transferencia hacia un deseo de saber, que se encuentra en el corazón del deseo del analista.

¡Bueno dejo hasta aquí, conversemos!


[1] Bassols, M. Las Paradojas de la transferencia. Conferencia dictada en el 7mo. de los “Clinical Study Days”

organizado por The Lacanianan Compass, Nueva York, EE. UU. 15/2/2014. Referencia Internet: https://www.revistavirtualia.com/storage/articulos/pdf/QPU6KqR5OoczuU3kKGuoUiciilJbO9Ty4ZDO4HbT.pdf

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Miller. J.A. Quehacer del psicoanalista. Clínica bajo transferencia. Ocho estudios de clínica Lacaniana. Conferencia C.S.T. Editorial Manantial, Argentina. 1984. Pag. 7

[5] Idem

[6] Idem

[7] Bassols, M. Las Paradojas de la transferencia. Conferencia dictada en el 7mo. de los “Clinical Study Days” organizado por The Lacanianan Compass, Nueva York, EE. UU. 15/2/2014. Referencia Internet: https://www.revistavirtualia.com/storage/articulos/pdf/QPU6KqR5OoczuU3kKGuoUiciilJbO9Ty4ZDO4HbT.pdf

[8] Tendlarz. S. Publicado en Silicet, volumen preparatorio al VII Congreso de la AMP a realizarse en París, Buenos Aires, 2009. Referencia Internet: Blog http://www.silviaelenatendlarz.com/sujeto-supuesto-saber/

[9] Bassols, M. Las Paradojas de la transferencia. Conferencia dictada en el 7mo. de los “Clinical Study Days” organizado por The Lacanianan Compass, Nueva York, EE. UU. 15/2/2014. Referencia Internet: https://www.revistavirtualia.com/storage/articulos/pdf/QPU6KqR5OoczuU3kKGuoUiciilJbO9Ty4ZDO4HbT.pdf

[10] Giraldo, M. Revista de la NELcf Bitacora Lacaniana Numero extraordinario – Abril 2017. Violencia y explosión de lo real. La voz opaca. Primer testimonio. Grama Editores, 2017. Pag 56.