Por: Irene Rosero Segura
Producto de cartel: El pequeño objeto a.
“El hombre encuentra su casa en un punto situado en el Otro, más allá de la imagen de la que estamos hechos”.
Lacan, Seminario 10, 1962.
“Mi nombre es Julián, el nombre que eligió mi madre”
Julián inicia con esta frase en el dispositivo de escucha, resaltando sentirse honrado, contrario a lo que sucede con su primer nombre, pues fue elegido por su padre y aclara que dicha figura no representa admiración. Consulta porque ha iniciado un proceso transgénero y esto ha despertado la emergencia de angustia, no sabe cómo hacerle entender a su madre que quiere ser una mujer. Refiere que es un tema que los ha “marcado”, abriendo la noción de fijación en la relación, comenta recuerdos siendo castigado de forma severa por sentir dolor o miedo en su infancia y por imitar gestos que ella hacía durante las rutinas diarias, le gritaba “así no son los hombres, los hombres caen parados”.
En su discurso “ella” habla, se escuchan los significantes en los dichos maternos que se han articulado a la demanda del Otro, dando cuenta de sus deseos y modos de gozar, configurando su imago femenino a partir de lo que representa su madre, imagina lo que diría su madre si la “ve” siendo una mujer, una vestidura del objeto a representado por diferentes significantes recortados. En una sesión hablando de su ex pareja menciona, “siempre pensé que a ella le gustaría él como pareja”, a lo que le respondo “¿le gustaría como pareja de quién, de ella o de usted?”; a partir de esta advertencia de su propio padecimiento empieza a conmoverse el cambio de posición. En la siguiente sesión concluye, “el punto de partida para ser mujer es mi madre, es imposible ser el hombre que ella quiere”.
Puede reconocerse que su discurso esta atravesado por el deseo del Otro, está en el discurso social y no por fuera de éste. Su narración es a partir de la mirada del Otro, desde donde le gustaría ser mirado y los choques que representa ser mirado desde donde no quiere serlo, rompiendo con los ideales paternos en su identificación femenina. Lacan, en su texto “Dos notas sobre el niño” refiere que “la distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre, si ella no tiene mediación (función del padre) deja al niño abierto a todas las capturas fantasmáticas”. Sin la mediación paterna el niño queda encarnando como objeto función del Ideal del Yo, “el hombre que mi mamá quiere”, el niño intenta saturar aquello que a la madre le falta y esto impide que el niño se falicize, que entre en relación a una falta, produciendo en lo Real a ese objeto del fantasma materno. Al parecer, a modo de arreglo, Julián parece haberse conmovido de su posición como objeto desfalizado así, “no puedo ser el hombre que ella desearía, entonces soy la mujer que ella sería”. Ante no poder completarla, ser su falta, encarnarla.
Podría pensarse si Julián al no ser “el hombre que quiere la madre”, la priva del objeto fálico y logra subjetivar algo de la pérdida del objeto, que en el plano simbólico se ubica como castración y por tanto opera el Nombre del Padre, convirtiendo algo que pueda ser representado por él en relación a un objeto del fantasma materno. Ahora bien, como neurótico, hace de su castración lo que le falta al otro. Por eso, el proceso terapéutico lo lleva a confrontarse con el objeto del fantasma, el mismo que junto con el objeto han funcionado para sostener la garantía del otro, y por ende, desprenderse de eso, es algo de la dimensión del deseo del otro, al sostener su castración y albergar la significación fálica: ¿Qué quiere el otro de mí?.
Ahora bien, ¿su elección transexual hace parte de su deseo o es un plus de goce? En un principio, en el fantasma estaría en juego el objeto como causa de deseo, pero en las patologías del acto, el objeto está articulado en la función de plus de goce, en el yo. De este modo, podría argumentarse que existe cierta homología entre fantasma y yo desde el punto de vista en que son dos modos de respuesta a la falta en el Otro. Diana Rabinovich en el libro “El objeto en Psicoanálisis”, refiere en las patologías del acto que deberá operar una pérdida de ganancia pulsional del a como plus de gozar para que en estos sujetos se abra la dimensión de la causa de deseo.
En el proceso, Julián se nombra Juliana, lo elige porque quiere conservar la misma etimología, también nuevos lugares en la sociedad, se vuelve estudiante, empleada, artista. Su angustia empieza a circular sobre la mirada de los demás, en si es o no es aceptada, reconocida, valorada, mirada como quiere. Trae un sueño a la sesión, se encuentra en un desfile y está por salir, la gente la mira y le dice que es muy linda, pero ella se ve al espejo y considera que le falta maquillaje, empieza a hacerlo y al terminar se da cuenta que es exagerado, se angustia por haberse equivocado y cree que no debió hacerlo tanto. La urgencia aparece ahora en las formas de hacerse mirar, al parecer hay un movimiento en la pulsión en la valencia de los objetos (mirar, mirarse, hacerse mirar), desde donde puede construir una salida singular deseante advertida ante su plus de goce, puede acceder a hacerse mirar de un modo ligado a su deseo.
Bibliografía
Lacan, J., La Angustia, Libro 10, Paidós, Buenos Aires, 1962, p. 57.
Lacan, J., “Dos notas sobre el niño”, Intervenciones y textos 2. Ed Manantial.
Rabinovich, D., “El concepto de Objeto en la teoría Psicoanalítica”, Sus incidencias en la dirección de la cura I. Ed Manantial.