Por: Mónica Ramírez
Intervención en la sexta noche de carteles. Puesta a cielo abierto de productos del cartel: Situación actual de la transferencia
Noviembre 17 de 2022
En gran parte de mi formación profesional se habló acerca de la transferencia y su importancia durante el análisis. A pesar de ser un concepto central, poco se profundizó en este. Durante mi práctica clínica, a través de los diferentes casos que atendí y las supervisiones de los mismos, este concepto comenzó a tener un vago sentido. A la hora de analizar los casos se encontraba que había algo del orden transferencial que permitía o no que los sujetos siguieran acudiendo a consulta, asimismo se encontraban manifestaciones del inconsciente o resistencias que permitían reflexionar sobre el concepto en cuestión. Sin embargo, tenía, y por supuesto aún conservo, algunos vacíos respecto a lo que significa e implica la transferencia en el ejercicio clínico.
Ahora bien, respecto a lo que nos convocó durante estos meses en el cartel, encontramos que la transferencia es el motor posibilitador de la cura o, por el contrario, puede convertirse en un obstáculo para la misma. Inicialmente, la transferencia fue entendida por Freud como repetición, más tarde Lacan introdujo la idea de la invención y la transformación. Por su parte, Davidvich, menciona que la transferencia tiene que ver con trabajar con el amor y ponerlo como condición para establecer la cura. Según Lacan, el final de la cura no es la desaparición de la transferencia, sino la puesta de la transferencia en otro trabajo.
De acuerdo con Lacan “La transferencia es la realidad sexual del inconsciente”, dando lugar de uno a Uno[1]. Pues, el inconsciente al no ser algo dado, dependerá del deseo del analista para advenir. Adicionalmente, Rodríguez expresa que la transferencia resulta ser un regulador, pues al quedar en el plano imaginario funciona tanto como barrera que cierra y abre paso, controlando el despliegue de la palabra. El funcionamiento de la misma dependerá del lugar del analista, de si se posiciona o no como Otro. En ese sentido, el analista, durante el proceso de análisis, ofrece un lugar al deseo del analizante para que se realice en tanto deseo del Otro, así tomado como objeto por el sujeto, quien lo inviste libidinalmente incluyéndolo en el circuito de posibles objetos de satisfacción pulsional.
En el análisis, la palabra del sujeto es convocada por el analista, quien es ubicado en el lugar de supuesto saber, de esta manera la transferencia es desplazada de las pasiones del sujeto para articularse al saber que se encarna en el deseo de analista, constituyéndose el amor de transferencia, un amor al saber. Para Tendlarz, el inconsciente como saber solo existe gracias al amor, ya que a través de este logra establecer lazos entre los significantes. Es decir, “el analista como objeto a ocupa el lugar de semblante en el lugar del analista y sostiene la suposición de saber”, lo cual permitirá que encarne la parte no simbolizada del goce, volviéndose su sinthome que sostiene y soporta la narración del sujeto. Pues “en esa equivocación del sujeto supuesto saber el saber se hurta y a la vez se vuelve presente, sorprende, desarticula los dichos a través del decir porque el inconsciente mismo es un saber, mientras que los efectos de sujeto que aparecen y desaparecen en el discurso del paciente se acumulan a la espera de su realización” (Tendlarz)
Como mencionan Coppola et al, los procesos de subjetivación responden a la particularidad de la época y son determinados por el Otro Social. Como bien es sabido la construcción de la subjetividad está influencia por las prácticas, discursos y características sociales del contexto, lo cual a su vez se relaciona con la aparición de fenómenos disruptivos para los sujetos y su búsqueda de ayuda ante dichos padecimientos[2]. En la actualidad nos encontramos con un debilitamiento del orden simbólico, el cual refuerza una tendencia hacia el individualismo exacerbado que conlleva la caída de los lazos libidinales[3]. Como menciona Laurent, nos encontramos en una “crisis de las normas y una agitación en los real”, lo que significa para Lacan que, ante el declive del orden patriarcal, se da una caída de los metarrelatos que ordenaban el mundo y los sujetos ya no encuentran un referente que los oriente hacia su proyecto futuro. Lo cual, como menciona Ximena Castro, devela un imposible de simbolizar en el orden simbólico.
Marchetti por su parte expone que con el afianzamiento del modelo neoliberal se producen rupturas en el lazo social, anomia, fragmentación, exclusión-expulsión y en general una precarización de las condiciones de vida. Así, se observa que las presentaciones clínicas actuales se caracterizan por “el rechazo a la palabra, los excesos a nivel pulsional, la caída del Otro o los vacíos existenciales”[4]. Además de una ausencia de un decir del malestar y de una demanda de tratamiento, donde predomina lo ligado a la “actuación”.
Siguiendo lo anteriormente expuesto, a continuación, se presentará una pequeña viñeta clínica que busca exponer lo anteriormente mencionado a través de un caso:
P es una adolescente de 13 años, quien es llevada a consulta por sus padres debido a que se encuentran preocupados por su reciente “desinterés” en las actividades que antes disfrutaba y su “baja autoestima”. Durante las sesiones, P evita hablar de sí misma, y constantemente realiza preguntas y comentarios respecto a cómo los psicólogos y las personas “cargan” con los problemas de los demás. Se describe a sí misma como alguien a quien “no le gustan las personas”, quien es “tímida”, además dice que suele ser quien “escucha” y no le gusta “cargar” a sus amigos con sus problemas. Asimismo, resalta que siente un “vacío” que no logra llenar con nada.
A lo largo de las consultas se observa que P busca situarse como alguien diferente de las personas “normales”’, un “fantasma” que “está, pero no está” presente en las interacciones. Al hablar de sus pares, las personas “normales”, las describe como “superficiales, materialistas e inmaduras”, menciona que no podrá ser comprendida por ellos. Igualmente, durante las sesiones es usual el uso de términos de internet (memes, gifs, emoticones, etc.), y chistes respecto a lo que siente. Introduciendo así el humor como una manera de evadir preguntas directas sobre lo que piensa y siente sobre sí misma, su familia y sus relaciones interpersonales. Con el tiempo se refiere a mí como un “público difícil”, al no reírme de sus chistes y cuestionar o problematizar el contenido de los mismos. De esta manera se establece una dinámica en donde el humor es interpelado, interrogado o devuelto, lo que genera momentos en los cuales ella logra, de a pocos, expresar ciertas cuestiones que la incomodan, cuestionan o le resultan contradictorias. Tales como el saber que tiene sentimientos aunque no los identifique, el reconocer que a través de sus chistes busca incomodar o sorprender a las personas o que en ocasiones necesita apoyarse en alguien. Finalmente, en la última consulta antes de que abandonará el proceso por un viaje, P inicia la sesión a través de su usual “performance”, el cual es interpelado por mí a través del mismo modus operandi, esto permitió que hablara de cuestiones profundas respecto a la relación con su padre, que la llevan a llorar y admitir que siente algo de tristeza y miedo.
Como se observa en la viñeta anterior, P tiene grandes dificultades para expresar a través de la palabra su malestar y en su lugar hace uso de recursos como los memes, los chistes y vocabulario propio de las redes sociales con el fin de sostener el “performance” de “fantasma”. No obstante, al encontrarse con un “público difícil” que convoca a la palabra y el estar presente a través de esta, se rompe con el circuito de goce y el modo particular de establecer lazo a través de la imposibilidad o rechazo del otro que implica su performance.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, se encuentra que a través de la transferencia en el análisis se logra rescatar la dimensión dialógica que permite y da un lugar a un decir particular, a una experiencia de palabra verdadera que concierne íntimamente al sujeto que la dice (Pujó, 2000). Lo cual cobra especial importancia, pues al estar en una no-sociedad de no-lugares, como diría Levinas, donde no existen compromisos ni solidaridad, es a través de la transferencia durante el análisis, que las palabras dejan de ser superfluas, donde ya no se busca una satisfacción efímera que privilegia el goce, donde el individuo puede salir de su trama fantasmática y convertirse en un sujeto que posee un discurso con el cual hacer vínculo social.
[1] Zerba, D. (2017). Tesis sobre la transferencia. IX Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIV Jornadas de Investigación XIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
[2] Coppola, D. et al. (2017). Presentaciones clínicas en la contemporaneidad. IX Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIV Jornadas de Investigación XIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR- Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
[3] Magdalena, N. (2011). La transferencia analítica en la época del desamor. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVIII Jornadas de Investigación Séptimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
[4] Alcuaz, C., Carbón, L., Cantero, J. (2017). El sujeto y el otro en la época reinventar la clínica. IX Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIV del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.