Por: Manuel Alejandro Moreno Camacho
Intervención en la 5a. Noche de carteles
Septiembre 26 de 2022
Hacer escuela, vivir la experiencia de escuela desde los principios del psicoanálisis de orientación lacaniana, es hacer existir un tipo de lazo social cuyos efectos de saber procuren la formación de cada uno. Si el discurso del psicoanálisis se caracteriza por proponer un modo de lazo social que no aspira a la dominación, una escuela de psicoanálisis enfrenta la difícil tarea de hacer circular el saber despojado de las imposturas intelectuales que alimentan las identificaciones, advertida de la tentación por imponer modelos a seguir para alcanzar el éxito dentro de una comunidad, y conocedora de los intrincados caminos que impone el impulso a la satisfacción de la demanda silenciosa de la pulsión.
El dispositivo de cartel se fundamenta en la idea de que el saber se produce en relación: con otros, con la escuela, con autores, con textos, con otros analistas; objetos libidinales a los que se dirige la pulsión para demandar su satisfacción. La experiencia de cartel, cuando puede constatarse en la vivencia de cada uno o de alguno de los participantes, produce un saldo de saber que emerge como efecto retroactivo. No hay garantía para la experiencia de cartel, se emprende como aventura, como apuesta, como deseo de que algo se produzca.
No hay manuales para ser cartelizantes, como tampoco contamos con instrucciones para ejercer la función más uno. Nos disponemos a la experiencia en posición de analizantes, nos enlaza la transferencia: al saber, al psicoanálisis, a la escuela, a los otros, uno por uno, con quienes elegimos hacer cartel.
Mi experiencia como más uno en el cartel Situación actual de la transferencia implicó el encuentro con un lugar desconocido. Convocado por primera vez a ejercer dicha función acepté sin dudar. Creo que este ánimo reposó sobre todo en una experiencia de cartel en la que había participado poco tiempo atrás, en la que pude constatar efectos de formación en mí y que había dejado viva, y muy encendida, la alegría en la relación con el saber.
Tras mi aceptación y la puesta en marcha del trabajo vinieron las preguntas, una en particular: ¿cómo desmarcarme de la posición de profesor para ejercer la función más uno? No es que me empeñara en insistir en ejercer como profesor en el cartel, pero sentía que algo de eso se me demandaba. No fue difícil desmarcarme de ese lugar, rápidamente, en la dinámica de los encuentros del cartel pudimos constatar que la lógica de estudio que allí se gesta no se parece a una sesión de clase, se trata más bien de encuentros de circulación de la palabra en los que cada uno es convocado a asumir un lugar de enunciación, articulados por un interés común, trabajando cada uno desde interrogantes singulares. A ello contribuyó la dinámica de sesiones cortas, trabajamos en reuniones aproximadamente una hora, a veces menos, en cada una el final se precipitaba en función de la circulación de la palabra.
Como más uno, de la manera en que se me solicitó serlo para dar inició a un trabajo de cartel, me sentí convocado a alojar un deseo de formación, destinatario de una demanda. Elegí responder, consentí al trabajo al que fui convocado. En el camino me sentí responsable por hacer existir la experiencia de cartel y de lo que ahí podía producirse. No estaba solo en ese empeño, pero había algo más, algo diferente, un forma distinta del compromiso por sostener la experiencia de cartel. Disfruté el estudio del tema que elegimos abordar y trabajé como cartelizante en torno a un rasgo singular sobre el que aprendí. Y también aprendí sobre la función más uno.
Tras la experiencia vivida podría formalizar algunas ideas que me orientarían en una futura participación como cartelizante y que considero conviene tener presente para encarnar la función más uno:
- Haber vivido la experiencia de cartel.
- Creer en el dispositivo. Esto es, creer en el cartel como dispositivo fértil para la producción de un saldo de saber para cada uno. Ello está enlazado al haber vivido la experiencia de cartel y constatar sus efectos de formación.
- Emprender la experiencia sin expectativas estandarizadas, ni ideales sobre el fin y los resultados. Como en el análisis, conviene que en el trabajo de cartel se cuide de estar comandado por ideales sobre el final: el destino, el uso y la producción posible en el cartel es singular. Por eso, más que procurar transitar caminos ya conocidos, por ejemplo, hacer que la experiencia actual replique el “éxito” de experiencias anteriores, se trata de dejarnos enseñar por el curso que va tomando cada experiencia de cartel.
- Articular el trabajo con la escuela. Durante la experiencia del cartel fuimos convocados por la comisión de carteles de la sección a diferentes espacios de trabajo: las noches de carteles. También fui convocado como más uno a compartir con otros en espacios de circulación de la palabra para dar lugar al discurrir de la experiencia, a las buenas noticias y los impases. Esta fue una buena manera construir con otros los caminos posibles para no dejar caer la experiencia de cartel. Creo que este lazo de los carteles con la escuela es importante, acompaña, cobija, enmarca la experiencia y contribuye a regular los efectos de grupo. Nos recuerda de tanto en tanto que hacer cartel está asociado al deseo de vivir la experiencia de escuela, como apuesta para nuestra formación como psicoanalistas.