Por: Sandra Patricia Rebellón Ruiz
Intervención en la 5a. Noche de carteles
Septiembre 26 de 2022
Quiero agradecer a la comisión de Carteles de la NELcf sección Cali por su invitación a participar en esta noche de conversación alrededor de lo que la Función Más Uno nos enseña.
Al ser convocada a participar como Más Uno en un Cartel de la Nel sección Cali, resonaron en mí algunos interrogantes: ¿Qué hace un Más Uno? ¿Qué orienta al Más Uno en su posición? Retornó también la curiosidad que me había causado el matema del cartel, siguiendo el hilo del esfuerzo en la escritura y matematización hecho por Lacan, particularmente al momento de explicitar y bordear una función, una operación. Este legado Lacaniano que anudo a la orientación y principios en los que se sostiene la Escuela Fundada por Lacan.
También aparece la resonancia y sonoridad del matema: Más Uno, entonces tanto por la vía de lo escrito como por la sonoridad, ese Uno reverbera. Un Uno que encuentro de diversas formas a lo largo de la formación, insiste y que para lo que nos concierne en esta noche de conversación sobre la Función Más Uno en el cartel, ubico en aquello que se pone en juego en el encuentro con el rasgo, un Uno singular que trabaja, lo Uno que rasga en tanto en la experiencia de cartel, también se está atravesado por el saber del inconciente, en este sentido al cartelizante lo trabaja su rasgo, y la producción que se da en el cartel es del orden del Uno por Uno, un producto imposible de colectivizar. Un singular que toma y toca a los participantes en un cartel, y del que el Más Uno no está exento. ¡Pero al mismo tiempo, el Más Uno no hace par!
En el Acta de Fundación, Lacan plantea la estructura del cartel, su funcionamiento y su razón de ser, soporte de la Escuela, puerta de entrada, como también un compromiso con la Escuela. Nos señala: “Para la ejecución del trabajo, adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo”[1] Aquí resalto y me detengo en la palabra pequeño grupo, pues de los efecto de grupo, del pegoteo imaginario, o como lo retoma Ronald Portillo en el texto de su conferencia Formación Teórica del Cartel del 11 de agosto de 1987 citando a Lacan en el Atolondradicho: “Hay un goce que extrae el sujeto de ese espejismo, de suponer al líder del grupo como objeto en el lugar del Ideal del yo. Éste es el punto de real o de goce que entrelaza, que enlaza a los integrantes de un grupo. A este aspecto de satisfacción obtenida de la imagen del Ideal, Lacan lo llama La obscenidad imaginaria presente en los efectos de grupo, los que se cuida muy bien en diferenciar de los efectos de discurso, fundamentalmente del discurso psicoanalítico”[2]
Entonces, si la Función del Mas Uno, se encarna en poder sostener el producto Uno por Uno, a vivar la singularidad, es decir, mantener el efecto de discurso en tanto divide al sujeto sobre el propio saber de su inconciente y de su proceso de formación, manteniendo a distancia el objeto del lugar del Ideal, ¿de qué clase de grupo se habla al momento de hablar del Cartel? ¿Es acaso un estatuto diferente? Y esa función que encarna el Más Uno, ¿En qué se sostiene?
Para iluminar esto traigo una experiencia. En el cartel en el que ejercía como Más Uno, ubiqué efectos de lo que nombré empuje al grupo terapéutico, si bien el tema de interés que convocó a las cartelizantes interrogaba la práctica clínica alrededor del cuerpo y los síntomas, un viraje empezó a causarse interrogación y pregunta: la puesta de las propias experiencias subjetivas llevadas al grupo con un concomitante efecto: “a mí también”, un empuje leído en la lógica del para todos, empuje acaso en la lógica de un goce que se precipitaba sobre la vía de esta obscenidad imaginaria de la que hace referencia Lacan, haciendo tapón al agujero y a lo real que comporta la formación y el discurso analítico?
Entonces ¿Cómo entender el estatuto de grupo en el cartel? ¿Qué Función del Más Uno frente a esto?.
Vuelvo al Acto de Fundación, allí Lacan es preciso, como lo advierte Ana Viganó en su texto EL Cartel Hendidura y bisagra del boletín #5 de la revista electrónica a-rtimo propio de la NELCF “Lacan no habla de la ejecución de un trabajo entre otros sino del trabajo; tampoco dice que se tratará de una elaboración sostenida por un pequeño grupo, sino en un pequeño grupo a condición de saber que no se trata de cualquier grupo. La propuesta de Lacan no reniega, entonces, ni de las iniciativas personales, ni de la dinámica grupal, ni de la existencia de líderes. Pero inventa un dispositivo que las pone a funcionar en una dinámica diferente”[3]
Si bien el cartel se funda en cierta lógica de grupo, el matema X + 1 subvierte los efectos de esta obscenidad imaginaria en tanto que quien encarna la función puede ser cualquiera pero debe ser alguien, cuya permutación se opone a los efectos de instalación de un amo. Ana Viganó en el mismo texto señala que se trata de un forzamiento de la lógica grupal que nos señaló Freud en su texto Psicología de las masas y análisis del yo, hacia una lógica del no-todo, propio del principio de la Escuela, en tanto que el cartel se inscribe en ella, no por fuera de la Escuela. El Más Uno sostiene una relación (a) y (con) la Escuela, haciendo del psicoanálisis causa, en ella el Más Uno se “encarga de la selección, discusión y destino que reserve al trabajo de cada uno”[4].
Retomo del texto de Ronald Portillo, el estatuto que adquiere un grupo en el campo del psicoanálisis, como “un grupo vaciado de goce”[5], de la obscenidad imaginaria, pasar de un plus-de-goce que funda al grupo a que sea el deseo en tanto causa lo que le anime, bajo una maniobra de la transferencia de trabajo. En este sentido operar con una rectificación, me permito nombrarlo así: en la experiencia que traje de cartel, el pasaje de lo terapéutico al efecto de discurso sobre un trabajo de causa para cada cartelizante, una división que relanza al trabajo con otros.
¿Qué orienta al Más Uno en su función? No puedo dejar de pensar en los efectos de discurso, esos que aparecen en la propia experiencia de análisis, no es sin este recorrido. A diferencia del líder que se constituye en objeto puesto en el Ideal, me interesó la manera cómo Ana Viganó ubicó una forma de operar del Más Uno: “hace de la división subjetiva una función que pone al trabajo, haciéndose él mismo el soporte de la división subjetiva, advertido como debe estar de la razón que divide (el objeto a, puesto en lugar de causa) Este efecto subjetivo quedaría en la cuenta del «buen provocador», aquel que promueve siempre la buena pregunta y que por esta intervención permite precipitar el rasgo apropiado con el que cada sujeto se hará representar en el trabajo”[6]. Podría entonces mencionar que lejos de un amor al saber, propio del dispositivo analítico, se trata de un deseo de saber, que sostiene ya no una trabajo de transferencia sino una transferencia de trabajo. Pasar de los efectos de un Plus-de-goce a un Plus un.
[1] Lacan, J. En Otros Escritos. Acto de Fundación. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2012. Pag 247
[2] Portillo, R. En el texto conferencia Formación teórica del cartel. 1987. Fuente virtual: https://psicoanalisislacaniano.com/formacion-teorica-del-cartel/
[3] Viganó, A. En la revista electrónica a-ritmo propio n.5 de La Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano NELCF Fuente virtual: http://www.nel-amp.org/index.php?file=Carteles/Boletin-de-carteles/005/Sumario.html
[4] Lacan, J. En Otros Escritos. Acto de Fundación. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2012. Pag 248.
[5] Portillo, R. En el texto conferencia Formación teórica del cartel. 1987. Fuente virtual: https://psicoanalisislacaniano.com/formacion-teorica-del-cartel/
[6] Viganó, A. En la revista electrónica a-ritmo propio n.5 de La Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano NELCF Fuente virtual: http://www.nel-amp.org/index.php?file=Carteles/Boletin-de-carteles/005/Sumario.html