Por: Gloria Irina Castañeda Gamboa*
Abril 6 2022
Por el psicoanálisis sabemos muy bien de los efectos que las dinámicas grupales introducen en las instituciones, en la formación de los psicoanalistas, y en los dispositivos de estudio de quienes quieran estudiar psicoanálisis. Lacan en el texto del acto de fundación de su Escuela1 el 21 de junio de 1964 (Escuela Francesa de Psicoanálisis) expone claramente el funcionamiento del cartel y la lógica que lo separa de la dinámica del grupo. Allí Lacan establece una lógica colectiva diferente para el trabajo de un cartel, donde, el más-uno aparece desempeñando una función que opera para romper los efectos que procrea la lógica del grupo, porque no es homogéneo a los otros, tampoco superior a los otros participantes del grupo, más bien, es un líder atenuado, disminuido, barrado, sin un prestigio de conocimiento, que engendre por lo mismo amor por su saber, y provoque identificaciones.
En la dinámica de los grupos, se trata de la lógica fálica, lógica que apunta al Uno, pero como todo, como totalizador, como algo que cierra, lógica que puede ser muy útil y necesaria para la mayoría de las agrupaciones humanas, pero en el caso del psicoanálisis se revela como opuesta a su propia práctica, puesto que, la eliminación de la dimensión de la falta en el lazo de trabajo esteriliza la transferencia de trabajo, en tanto no hay necesidad de ponerse a trabajar en un proyecto de estudio particular, si predomina la identificación al amo del saber, encarnado por el Uno como todo.
En el cartel la elección de la pregunta sobre la cual se quiere trabajar no está unificada, ni impartida por alguien desde una posición de saber, no hay » profesores,” que lo determinan. En el cartel de Lacan, cada quien tendrá un camino despejado y libre para movilizar su libido y deseo hacia su pregunta particular o tema de interés. Entonces, donde en el grupo está el Uno como totalizador, como un rasgo en común, eje de una identificación horizontal, en el cartel se sitúa un lazo organizado alrededor de un Otro agujereado que moviliza y traspasa a otros el deseo de saber.
El tema de la transferencia es la columna vertebral que atraviesa el seminario de Miller «El banquete de los analistas»2. Allí, Miller nos dice que, en la escuela, todos están invitados a formar parte, pero eso, sí desde su singularidad y desde su transferencia al mismo; se devela así una orientación política, que difiere de la
promoción de la política de identificaciones característico de la época contemporánea, que cierran la pregunta por el propio deseo; el mutualismo es una vía que cierra u obstruye lo singular de cada uno. Así pues, en la elección de la pregunta que cada uno hace en el cartel, se consiente a renunciar a identidades grupales.
En el cartel la lógica del Uno produce transferencia de trabajo que moviliza la libido no hacia una persona en particular, sino hacia una pregunta, la de cada Uno de los cartelizantes. Ello se entiende porque se establece una relación diferente al saber, desde otro lugar, desde el no saber, Hay algo que no sabemos, que queremos saber y nos reunimos con otros para saber de qué se trata. El asunto es que se comienza pensando que el Otro tiene la respuesta, que el Otro sabe, para poco a poco darse cuenta que el saber es en relación al propio inconsciente. Por eso, quien quiera formar parte de un cartel debe estar advertido que eso que quiere investigar tiene que ver con lo más íntimo de cada Uno, no es porque sí. Uno llega al comienzo sin saber que quiere saber, pero con el tiempo eso se devela y tiene que ver con nuestra modalidad de goce, es decir, con nuestro sinthoma. Es así que, aunque estemos ahí con otros, hablando aparentemente de lo mismo, para cada uno tiene una singularidad, no es lo mismo para todos.
Miller en el Ser y el Uno3, nos dice que Lacan hace un vuelco completo en su enseñanza para decir que el goce es fundamentalmente Uno, prescindiendo de la primacía del Otro del lenguaje, del sentido, esto quiere decir, que Uno del goce no es una significación, no es algo que quiera decir algo, sino un “acontecimiento de cuerpo”, un choque entre lalengua y el cuerpo que lo percute, se incrusta en él, lo acontece de goce generando una repetición imposible de domesticar. A partir de esa marca vendrán las subsiguientes maneras de conmemorar indefectiblemente esa impronta que no se sabe, ni se piensa; sólo se siente. Unosolode goce, sin un S2 que le dé sentido, sin algo que le haga pareja. Por eso remite a la diferencia absoluta que es irrepetible: no hay ningún tocayo para “eso se goza”. Así pues, la pregunta que cada uno se formula y se interroga en la apuesta de un trabajo de cartel, se siente en el cuerpo.
*Asociada Nel-Cali
1 Lacan, J. (1964). Acto de fundación. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
2 Jacques Alain Miller: «El Banquete de los analistas». Los cursos psicoanalíticos de Jacques Alain Miller. 1 EDICIÓN
3 Miller, J.-A. ElSeryelUno,Vsesión,Curso de la Orientación Lacaniana de 2011, miércoles 9 de marzo 2011, inédito